Eberhard Räder contrapone la vida económica, caracterizada por el pensamiento lineal, al pensamiento cíclico. Pensar en ciclos es algo con lo que los agricultores prácticamente nacen y forma parte de su actividad diaria. En la agricultura ecológica, en particular, el objetivo es traer lo menos posible del exterior. Es lógico. Al fin y al cabo, los costes en los que no se incurre tienen un efecto tan positivo en las cifras de negocio como el aumento de la facturación. La rotación inteligente de cultivos y las prácticas de fertilización son fundamentales para una economía circular: el abono verde y el estiércol animal mantienen el suelo fértil. Allí donde predomina la agricultura herbácea, existen numerosas cooperaciones forraje-abono para mantener los ciclos naturales y adaptarse a los nuevos tamaños y grados de especialización de las explotaciones.